LA MUÑECA O DAGYDE
Es el tipo de hechizo que se utiliza con más frecuencia y también el más universal. Su objeto es el de vincular la sensibilidad de la víctima a una materia condensadora de fuerza psíquica, a través de la cual el operador podrá actuar a su antojo.
Sabazius, en su libro dedicado a los hechizos y que actualmente resulta imposible de encontrar, observa:
«Los elementos de hechizo por Dagyde son triples: una materia condensadora, la sensibilización de esta materia y el hechizo propiamente dicho de la materia sensibilizada que se ha convertido así en una prolongación directa de la víctima.
»La tradición cabalística siempre ha recomendado la cera modelada para hacer la figura de la persona a la que se desea hechizar.
»Esta pequeña estatua se puede sustituir por una lámina de gelatina dibujada en forma de figura huma-na, por un huevo no fecundado, por terciopelo de lana, por los animales citados en el párrafo relativo a la carga y por grasa de cerdo o de cordero.»
Actualmente, la mayoría de las veces, el hechicero suele trabajar con una fotografía que ofrezca una clara imagen de la víctima a la que desea someter a sus deseos de amor o de odio.
Aquí, el autor hace un breve paréntesis para precisar que el hechizo a través de una fotografía es algo de lo más frecuente. El que este hechizo tenga éxito o no, dependerá evidentemente de la persona que lo realice, aunque afortunadamente, la mayoría de las veces, quienes lo practican suelen ser simples aficionados, no iniciados y, por este motivo, apenas suelen obtener ningún resultado.
Durante mucho tiempo, el autor llegó a pensar que actualmente apenas podían encontrarse hechiceros, a no ser entre la gente del campo, pero la experiencia le demostró lo contrario. Este mismo año, en París, el destino lo puso en presencia de un contra-hechicero que trataba a personas «hechizadas» y poseía varias fotografías agujereadas con puntas de flechas o con alfileres que había sustraído a los malvados hechice-ros. Que el resultado de estos hechizos sea real o que simplemente se haya limitado a asustar a las víctimas, es algo que no vamos a discutir ahora y que tampoco emos tenido la posibilidad de comprobar. Una de las fotos pertenecía a un obrero de una fábrica de Billan-court, la segunda era la de la mujer de un importante industrial y la tercera era la de un conocido funcionario ¡cuya fotografía suele aparecer a menudo en la portada de los periódicos!...
Eficaz o no, el hechizo es a menudo intentado tanto en la ciudad como en el campo, así como en todas las esferas de la sociedad.
Volvamos al método de hechizo por Dagyde. Tal y como ya hemos dicho antes, el material escogido debe estar sensibilizado. Para ello, el operador deberá conseguir algún elemento corporal de la víctima, como cabellos, pelos, restos de uñas, excrementos, o al menos algún objeto que haya estado en contactos con ella.
Deberá triturarto justo coo el material a sensibilizar con el fin de que ésto, en cierto modo, se convierta ca una prolongación «vibrante» de la futura victima.
Cuando resalie imposible conseguir estos objetos, utilizará una carta o tocará el cuerpo del sujcto que presende influenciar y, en ese miamo momento, impondrá su mano sobre la estatuilla
Si actúa mediante la ayuda de una fotografía, deberá unir a ésta los fragmentos anteriormento citados y hacer una imposición en el cliché, después de haber tenido contacto con el sujeto. Si éste tiene algún perfume preferido, podrá derramar algunas gotas sobre la dagyde o sobre la parte posterior de la foto, para no Barrar la imagen. El perfumo facilitará el ejercicio de su pensamiento, por su poder físico de evocación.
En otros tiempos, muchas veces, el hechicero bautizaba a la estatuilla con el nombre de la persona a hechizar, con el fin de que ésta se identificase todavía mejor con ella,
Actualmente, estas prácticas sacrílegas han desaparecido casi totalmente. No tenían otro objeto que el de persuadir todavía más al hechicero de la fuerza de su acción y, por ello mismo, hacerla más intensa.
La emisión de la voluntad es sumamente eficaz ya que sumerge más profundamente sus fuentes en el subconsciente del operador(*).
Entonces, empieza el hechizo del «volt» El término «volt» o «voult»viene del latín vultus que significa rostro. En este caso, esta parte del cuerpo es considerada como el todo. la palabra rostro expresa la personalidad y aL hombre en si mismo.
El hechizo por odio se realiza así. El autor del maleficio deberá pensar con fuerza y con odio en el mal que desea provocar e injuriar a la estatuilla o a la foto de su víctima. Le clavará alfileres en el cuerpo y, si es poderoso, escogerá los puntos de aplicación del sufrimiento. Dejará los alfileres clavados en la estatuilla y hará que se funda lentamente en el fuego. Apoyará su acción, claro está, mediante la utilización del ritual de invocación, que le proporcionará la ayuda de las entidades astrales.
Cuando el hechicero empiece a sentir fatiga, deberá guardar la muñeca cuidadosamente y volver a emprender su trabajo al día siguiente y durante los días siguientes «cargando» cada vez más la figura hasta que obtenga el resultado deseado. Algunos operadores, una vez han finalizado su trabajo, conservan con ellos la muñeca y, varias veces al día, cuando están solos, refuerzan su acción realizando pequeñas sesiones de impregnaciones e hiriendo a la muñeca con alfileres.
El hechicero por odio hace sufrir a la efigie los males que desea a su enemigo y, como normalmente suele desearle la muerte, termina sus sesiones hiriendo a la estatua con un cuchillo.
El hechicero por amor conjurará la Dagyde, acari-ciándola, con el fin de que venga a sus brazos. Le pedirá que le pertenezca en cuerpo y alma y volverá a realizar sus operaciones hasta que obtenga el resultado deseado o... hasta que se vuelva loco, lo cual es un riesgo que hay que correr...¡riesgo que, afortunadamen-te, detiene a muchos de los candidatos a hechiceros!...
La magia confirma aquí una vez más algunas constataciones de la ciencia experimental, ya que M. De rochas, demostró que era posible exteriorizar la sensibilidad y concentrarla en ciertas sustancias.
De pasada, señalaremos que los chinos practican los mismos médos que los occidentales, pero suelen ctuar sobre una figura dibujada es una hoja de papel.
Para terminar, citaremos otros dos métodos de hechizo inspirados en este mismo principio.
El hechicero escribirá cartas de amor en una hoja impregnada con su sangre y las quemará junto con los cabellos y el perfume de la mujer que codicia.
Finalmente, también podrá echar la Dagyde en un brasero alumbrado por él mismo y en el que hará quemar tomillo y sándalo. Entonces, pronunciará las siguientes palabras: «Así como se derrite esta cera bajo los auspicios del espíritu invocado, así se derretirá de amor el corazón de hielo que quiero encender.»
La operación se realizará de noche, bajo la invocación de Saturno para el odio, y de Venus para el amor, El hechicero deberá tomar la precaución, rigurosamente indispensable, de hacer el triángulo protector, es decir, de realizar un hechizo triangular. Designará con toda la fuerza de su voluntad a un animal o a una materia sensible que recibirá el retorno del fluido en caso de contra-hechizo.
Por ejemplo, el animal podrá ser una tortuga, un gato o una rata y el objeto una masa de cera o una jarra de agua pura.
En caso de devolución del hechizo, es decir, que tenga lugar el «efecto bumerang», el tercer factor será el de formar un escudo protector que haga desviar la acción.
El hechicero debe poner tanto empeño en protegerse como en atacar. En la práctica, pocas veces suele someterse a esta ley. La persona que hechiza está poseida por el desco de obtener rápidamente el resultado y no suele pensar demasiado en las consecuencias de sus actos. No persigue más que su propio éxito y no utiliza sus fuerzas para protegerse.
Cuando está lo suficientemente advertida para pensar en ello, no se entrega al «trabajo triangular» más que cuando se siente fatigada y ya ha utilizado todas sus fuerzas para hechizar...
El hechicero experto sabe que puede ser víctima de dejarse llevar por la pasión e interrumpe sus sesiones antes de alcanzar el paroxismo de la emisión voluntaria, y piensa en protegerse. Después, reemprende su trabajo y lo da por terminado mediante un nuevo esfuerzo de protección.
Además, también resulta conveniente indicar que todas estas precauciones no protegen (igracias a Dios!...) a los hechiceros contra una persona cualificada que se presta a un contra-hechizo. Y es justo que esto sea así.