EL DESHECHIZO
Llamaremos deshechizo al conjunto de los métodos que permiten anular los efectos de un hechizo y “contra-hechizos” a lo procedimientos que no sólo permiten liberar a la persona de dicho hechizo, sino que además permiten devolverle al emisor o condensador, las fuerzas dirigidas inicialmente por el hechicero hacia su víctima.
Para luchar con eficacia contra los hechizos, en primer lugar resultará conveniente conocer los síntomas, así como aprender a recnocer a las personas con aptitudes para ello.
Sobre este último punto, no podemos establecer ninguna ley general, aunque, sin embargo, si podemos proporcionarles algunas indicaciones de utilidad.
Los rostros triangulares son dignos de temer, no los que tienen unos trazos duros y energéticos, sino más bien aquellos que presentan unos labios finos, una mirada esquiva, una barbilla prominente, las orejas despegadas de la cara y una nariz aguileña. Se trata, en una palabra, de los rostros saturninos.
Desde este punto de vista, la AStrología y la Grafología son de lo mas precisas. Marte, el planeta de la actividad voluntaria, la Luna, el astro de la imaginación y Saturno que contiene simbólicamente el espiritu de reivindicación, son las dominantes astrales que suelen encontrarse con mas frecuencia entre los hechiceros. Los nativos de Cancer, de Escorpio y de Capricornio son dignos de sospecha, así como toda persona que presente un tema natal en el que tanto Marte como la Luna y Saturno se encuentren mal aspectados o en el que en las cúspides de las casas astrológicas VI y XII sean maléficas en el Tema.
Evidentemente, ninguna de estas indicaciones posee un carácter definitivo. No se os ocurra acusar a nadie por una simple probabilidad. Lo único que puede llevarnos a una conclusión, es el estudio del carácter y del comportamiento de la persona en profundidad.
Este seguimiento y este estudio jamás deberán ser emprendidos por aquellas personas que crean estar hechizadas y que, por éste o por otro motivo, se hallen en un estado de hiper-nerviosismo. Esta labor deberá ser confiada a un tercero, es decir, a otra perdona capaz de apreciar y de evitar una interprertacion parcial y subjetiva de un comportamiento.
Esta interpretación es bastante difícil, pues sus síntomas suelen confundirse con los de las enfermedades nerviosas, delirios, manías, etc… así como con algunas anemias perniciosas.
Es preciso que, a partir de ahora, aprendamos a distinguir entre «hechizado» y «poseído». La persona que está hechizada se halla sometida a la voluntad de otro ser humano, mientras que el poseído se halla habitado por una entidad del mundo invisible.
Existe una gran cantidad de personas que se creen poseídas. La mayoría son enfermos que se encuentran recluidos en asilos mentales. Algunas personas con una sífilis avanzada, también presentan estos síntomas.
Su tratamiento es de tipo médico. Otros manifiestan estas mismas tendencias tras haber sufrido un grave shock psicológico y, entonces, no sólo precisan ayuda médica, sino también psiquiátrica. Y, finalmente, también existen algunas personas que, según el lenguaje popular, parecen estar realmente poseídas por el diablo.
La mayoría de las veces, tanto un buen magnetizador como un ocultista experto consiguen curarlos.
Además, tal y como ya dijimos anteriormente, en cada una de sus diócesis, la Iglesia Católica cuenta con la ayuda de un sacerdote exorcista cuyo cometido es el de hacer salir los demonios del cuerpo de las personas que están poseídas.
Este sacerdote exorcista conoce un ritual de gran poder y eficacia. Sin embargo, debemos añadir que éste actúa en muy contadas ocasiones, pues la Iglesia siempre suele mostrarse muy prudente en lo que respecta a los casos de posesión, los cuales, la mayoría de las veces, suelen ser competencia de la medicina experimental.
Hay muchas personas que creen estar hechizadas.
En la mayoría de los casos observados, se trata de personas cuyo estado, en realidad, no tiene nada de reocupante. Podríamos clasificarlos dentro de la cate goría de los «auto-hechizados», de los que ya hemos hablado al principio del libro. Por regla general, éstos suelen ser los casos más frecuentes y, más adelante, veremos lo que hay que hacer para poder liberarlos.
Por el contrario, la persona que está verdaderamente hechizada es alguien que jamás habla de esta posibilidad y que ignora o no cree en la eficacia del hechizo. Normalmente, suele entristecerse y preocuparse sin motivo aparente. Su carácter se vuelve cfelico, con fases sucesivas de agitación y de abatimiento. Su sistema nervioso empieza a sufrir trastornos. Padece fuertes y breves dolores a intervalos irregulares, sobre todo durante el transcurso de la noche.
Con frecuencia suele mostrar huellas de cortes y de cardenales.
El hechicero que, sobre todo, suele actuar de noche cuando su víctima está dormida, no tiene dificultades para atraer el cuerpo astral del sujeto adormilado y fijarlo en el volt que ya está cargado de su sensibilidad.
De esta forma, el hechicero martiriza literalmente a su víctima y las huellas de los golpes asestados en el plano psíquico quedan visibles sobre la piel cuando ésta se despierta.
En resumen, el hechizado posee la apariencia de una persona marcada por un inexplicable y repentino desgastamiento físico, así como por una vejez prema-tura.
Aquí se trata de un hechizo de odio. La víctima de un hechizo de amor no siente ningún dolor, sino una pérdida de sus energías, una extraña pasividad, una ausencia total de pudor hacia un ser que, con ante-rioridad, le había resultado completamente indiferente pero, que de repente, despierta en él un fuerte deseo sexual, un deseo brutal, degradante y cegador.
La persona cuyo cuerpo cede al impulso mágico, pero cuyo psiquismo más profundo se rebela contra este estado, experimenta una sensación de disgusto y de malestar. Empieza a desinteresarse por la vida hasta tal punto que, a menudo, puede llegar incluso hasta los límites de la locura y a intentar liberarse de su tristeza a través del suicidio.
Sea como sea, el origen de todos los trastornos que acabamos de exponer puede ser tanto fisiológico como mágico. Así pues, resultará conveniente que cuando una persona presente tales síntomas sea sometida a un examen médico. En la mayoría de los casos, ello será suficiente. Seguramente, se tratará de alguna enfermedad característica o bien de algún trastorno hereditario provocado por los propios antecedentes del sujeto.
Sólo cuando la medicina fracase, podremos permitimos otras indagaciones, sobre todo si en el entorno del sujeto o entre las personas que haya podido conocer últimamente, pudiera encontrarse alguna que tuviera motivos para desearle algún daño, o bien hubiese sido rechazada sexualmente por éste.
Una vez descubierto el posible enemigo, se podrá proceder al tratamiento mágico, aunque con la debida precaución. En principio, deberá tratarse de un «des-hechizo» y no de un «contra-hechizo», ya que este último procedimiento no puede ser utilizado más que en el caso de una total certeza, es decir, cuando el mago negro haya sido cogido «in fraganti».
Terminemos este apartado recordando que en novecientos noventa casos sobre mil, la medicina bastará para solucionar el problema. En nueve casos sobre mil se trata de un «auto-hechizo» y tan sólo uno de los casos puede ser considerado realmente como un verdadero maleficio.